¿Qué mejor manera de empezar el año que reflexionar sobre dónde –temporalmente hablando– estamos parados? Para ello, repasaremos la etimología de nuestra ubicación cronológica circadiana, o sea el origen de los nombres de los días de la semana.
cambio. sust. masc. Palabra cuya altísima frecuencia de uso en Puerto Rico en el 2008 –en contextos muy amplios y diversos– hizo que su significado perdiera precisión, al punto de hacerla casi imposible de definir. Ejemplos de uso en Puerto Rico: “Yo soy el cambio; El cambio viene; Él es el cambio; Vota por el cambio; ¿Tú quieres cambio?; Yo quiero cambio”; etc.
animalitos. sust. masc. plural. (Variante fonética: anibalitos). Criaturas indeterminadas a las que se intentó atribuir los altos costos de electricidad en el 2008. Aunque su especie no pudo ser confirmada, se establecieron dos posibilidades: una variedad de insectos suicidas o seres humanos muy apegados al petróleo que no quieren moverse a energías renovables (puede que, a fin de cuentas, sean lo mismo).
Hoy comento un fenómeno lingüístico que me ha estado trabajando desde hace tiempo. Para ilustrarlo, relato un intercambio reciente con una mesera en un restaurante del área metro, durante el trámite de pedir un desayuno:
– Para mí, un café, un jugo de china, dos tostadas y un huevo duro, por favor.
– Lo siento, no trabajo el huevo duro.
–¿Cómo?
– Que no trabajo el huevo duro; sólo trabajo el huevo frito y el revuelto.
– (Pausa de reflexión). Pues uno frito, entonces...
No sé si les sorprende el uso de “trabajar” en el diálogo anterior. A mí sí.
Cuando esta columna se publique, habrá pasado algún tiempo del fallecimiento de la Dra. María Vaquero. Se habrá reflexionado mucho sobre ella –nunca lo suficiente–, se habrán recordado sus dos doctorados, su trabajo incansable por el español de Puerto Rico en la Universidad y en la Academia de la Lengua. Sus proyectos de investigación, su gestión administrativa, su reconocimiento internacional, sus incontables publicaciones. Su impacto indeleble sobre estudiantes y colegas. Sus modales impecables, su trato amable y atento, riguroso y exigente. Su presencia.
Creo que todos conocemos la palabra “corillo”, ya sea porque la usamos desde jóvenes o porque la aprendimos más recientemente. Por si acaso no es así, según diversos diccionarios del reguetón disponibles en Internet, “corillo” es un ‘grupo de personas, amigos, gente que siempre están juntos; crew, pandilla o banda’.