En la última edición de la revista Español actual (80/2003), se publica un interesante artículo por la Dra. María Inés Castro, del Recinto de Río Piedras de la U.P.R., sobre el uso y función actuales del “o sea” en el español de San Juan.
Constantemente me sorprende el uso que se le da, en letreros o impresos de cualquier tipo, al signo ortográfico de las comillas. En un edificio de Hato Rey donde trabajé por años, todas las mañanas me jalaba la vista el letrero que anunciaba: Salida de “emergencia”. Regularmente paso por un local en Trastalleres llamado: “El príncipe” del mondongo. En los menús, después de los postres, he encontrado estos mensajes parcial o totalmente entrecomillados: “Gracias” por su visita o “Vuelva otra vez”. En una factura de un piscolabis reciente, leí: sorullitos de maíz para “100” personas. Me he topado con otros letreros como: “Peligro”, Ofertas “especiales”, “Personal autorizado solamente”, etc. Pero la gota que colmó la copa fue el letrero de un baño en un restaurante de Cayey, que rezaba: Antes de volver a sus tareas, los empleados deberán lavarse las “manos”.
El término “conectores lógicos” resulta útil para describir ese grupo de palabras y frases que sirven para conectar dos ideas en una relación lógica. Los “conectores” no son una categoría lingüística, ni un conjunto cerrado de posibilidades; no todo el mundo los llama así, ni los agrupa así. Creo que se ha tomado prestado de la filosofía, matemática y computación, ámbitos en que el término tiene sentidos muy técnicos y rigurosos.
¿Nunca se han preguntado a qué se refiere el pronombre “-lo” en “cógelo suave”? ¿Qué es lo que hay que coger suave? ¿Qué tal el “-la” en “pásala bien”? ¿Qué cosa es la que hay que pasar bien? Y ¿qué cosas se echa uno cuando está “echándoselas de algo”?
En Puerto Rico, al igual que en muchos países hispanohablantes, se produce en algunos grupos sociolingüísticos la alternancia entre “-mos” y “-nos” en ciertas formas verbales: íbamos / íbanos, estábamos / estábanos, pudiéramos / pudiéranos, teníamos / teníanos. Entre las personas que sólo usan “-mos”, hay pocas palabras que estén tan estigmatizadas como el “íbanos” y el “veníanos”.