Está claro que la música que entonan Daddy Yankee, Don Omar y Tego Calderón llegó para quedarse. Tiene más de diez años de existencia, y es uno de los géneros más populares entre el público joven local e internacional.
Toda nueva realidad necesita una palabra que la designe, y ésta ya la tiene, pronunciada “reguetón”. Como la mayoría de las palabras nuevas, “reguetón” se acuñó oralmente, o sea, en el habla. Y como la mayoría de las palabras que se usan lo suficiente, esta palabra pasó al registro gráfico, es decir, empezó a escribirse.
¿Se dice imprimido o impreso? ¿Se acentúan las mayúsculas? ¿Es correcto decir detrás mío o debe ser detrás de mí? ¿Es adecua o adecúa? ¿Vídeo o video? ¿Cuál es el plural de escáner? ¿Se puede decir jueza? Son buenas preguntas, ¿verdad? Sí, lo son, y hoy estamos de fiesta porque –¡por fin!– hay un libro que las contesta, de manera clara, directa y valiente. Ese importante libro de referencia es el Diccionario panhispánico de dudas.
El inolvidable profesor Ángel J. Casares, lingüista, filósofo y fundador del Programa Graduado de Traducción de la U.P.R., habló una vez, en una clase de Semántica, del “tremendismo común del lenguaje”. Se refería a nuestra tendencia a la hipérbole, o exageración, en el habla común, corriente y cotidiana. Al decir “tremendismo”, remitía también al tremendismo literario de la España posguerra, un movimiento caracterizado por la exageración de los aspectos más crudos de la vida real, especialmente los físicos.
Nunca es tarde para aprender latín. Podrán pensar que es una idea descabellada, pero en realidad tenemos muchísimo trabajo adelantado. Consideremos el siguiente diálogo:
–Juan, necesito el currículum vítae de María, ipso facto.
–José, lo has revisado ad náuseam. Y no es un currículum per se, sino un resumé.
No pensaba escribir de gramática en un tiempito, pero un evento lingüístico reciente me ha provisto un excelente pie forzado. Resulta que hace dos columnas, hablando de la etimología de la palabra hermano, me preguntaba qué gaje del destino la habría hecho triunfar en la Península Ibérica sobre la palabra fraterno, preferida en los demás países de hablas romances. En ese momento lo más que les pude ofrecer a ustedes fue un: “Cuando me entere, se lo diré sin falta”.