Reseñamos hoy otro diccionario de publicación reciente por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua: el Diccionario Práctico del Estudiante.
Este diccionario está dirigido a los estudiantes hispanoamericanos de entre doce y dieciocho años, y contiene vocabulario fundamental para su educación secundaria. La gestión es loable, pues busca que este diccionario sirva no sólo de instrumento práctico, útil y amigable a los estudiantes, sino que genere en ellos una genuina curiosidad –y en el mejor de los casos, una genuina afición– por las palabras y sus posibilidades.
Las 30, 000 palabras que contiene el Diccionario Práctico del Estudiante son resultado de varias depuraciones y renovaciones. Arranca del Diccionario de la Real Academia, con sus más de 88,000 entradas. De ahí nace el Diccionario Esencial de la Lengua Española, que mantiene sólo 54,000 palabras de uso actual comprobado. El Diccionario del Estudiante se queda con 40,000, pero se dirige más al estudiante peninsular que al hispanoamericano. Y llegamos al Diccionario Práctico del Estudiante, con sus 30,000 palabras y locuciones representativas del léxico vivo del español general e hispanoamericano.
Participaron todas las Academias de la Lengua, incluida la Puertorriqueña, con el objetivo de poner énfasis en las palabras generales de América. Ejemplos son: “ameritar”, “agringarse” o “almorzar”, en su sentido de ‘comer la comida del mediodía’ (frente a ‘comer una comida por la mañana’, que es el uso peninsular). No hace distinción de países particulares.
Se usó una base de datos de libros de textos de todas las materias, lo que asegura la actualidad y pertinencia de estas palabras en la vida estudiantil. Por tanto, incluye palabras técnicas y científicas difundidas en los textos, como “ácaro”, “adrenalina” o “ántrax”, y otras correspondientes a ámbitos como la televisión, mitología, deportes y artes.
Este diccionario contiene indicaciones sobre las situaciones que hacen algunas palabras más adecuadas que otras. Por ejemplo, tiene marca “infantil” la voz “caca”, para expresar que es propia de los niños, y “malsonante” la voz “mierda”, para restringir el uso en situaciones que exigen propiedad. Sin salir de la coprolalia, está “eme”, con marca de “eufemismo”, en referencia de la susodicha (ejemplo: “¡Qué eme!”). Otras marcas de uso son: coloquial, humorístico, jergal, despectivo, etc.
Para todas las palabras, excepto las malsonantes, se proveen ejemplos tomados del uso real, que ilustran las construcciones y combinaciones más regulares. Como bien sabemos, los ejemplos son siempre una bendición. Aquí, sin embargo, no pude resistir la tentación de la excepción arriba citada e hice una búsqueda que reveló un desliz lexicográfico…y me perdonan, porque al parecer este Diccionario me ha devuelto a mis años más pueriles… Resulta que la voz “culo” no tiene marca de “malsonante” y, por lo tanto, provee un ejemplo de uso: “El perro apoyó el culo sobre la almohada”. Naturalmente, esto refleja el uso español y no el americano, en que no se recomendaría una frase tal a ningún estudiante.
El diccionario provee sinónimos y voces afines, que enriquecen el vocabulario, y también “Familias de palabras”. Este último rasgo es novedoso y aporta a aumentar el caudal léxico: agrupa palabras relacionadas al final de los artículos: bajo “popular”, encontraremos “popularidad”, “populismo”, “populista”.
Se ofrece información complementaria sobre los significados, por ejemplo, a quién aplica una definición: en “certero”, se aclara “Dicho de persona: que actúa con acierto”. También se aportan contornos o elementos necesarios para construir frases: una palabra puede exigir un complemento directo de persona y no de cosa.
Se incluyen extranjerismos, tanto adaptados al español como crudos. También figuran locuciones latinas frecuentes, como “vox pópuli” o “sine qua non”, con aclaraciones de pronunciación. Hay tres apéndices: numerales, conjugación verbal y ortografía.
Este Diccionario es portátil y atractivo. El formato gráfico es agradable: es legible, despejado, y los lemas (palabras que se definen) están en azul, en vez del tradicional negro. Esto atrae el ojo y evoca los “hiperenlaces” electrónicos, lo que puede entusiasmar a los jóvenes. De igual modo, la información de uso está bien destacada. La redacción es clara y comprensible. Y el precio es muy bajo. Ahora solo resta que nuestros estudiantes puertorriqueños lo sometan a prueba y nos cuenten su experiencia.