Hace unas semanas, en la portada de este periódico, leímos con asombro la siguiente cita: “Si no fuera porque yo vaya a tener un bebé y se me ofreciera, yo le arranco la mano”. Bueno... ¿por dónde empezar?
Empecemos por algunas aclaraciones: en primer lugar, mi intención no es comentar el contenido del mensaje, ni ningún asunto político, sino hacer algunas observaciones lingüísticas partiendo de esta cita, tan desplegada en la primera plana.
En segundo lugar, en la lengua oral se articulan cosas agramaticales constantemente. En esto, entre otras cosas, se fundamenta Chomsky para defender su teoría de que el lenguaje es innato: si los niños se limitaran a imitar lo que oyen de los adultos, jamás aprenderían a hablar.
Hay varios asuntos que llaman la atención de nuestra oración de hoy. Como referencia, veamos lo que hubiera sido una oración más modélica, haciendo los menos cambios posibles: “si no fuera porque voy a tener un bebé, y si me ofrecieran el puesto, les arrancaría la mano”.
Estamos ante una oración condicional, un tipo de construcción que muchos especialistas consideran como la expresión compuesta más compleja. Todos advertidos.
Básicamente, el esquema de las condicionales es: “si X, entonces Y”, en donde X tiene un verbo en tiempo imperfecto del modo subjuntivo (= “fuera”, “ofreciera”) y Y tiene un verbo en tiempo condicional del modo indicativo (= “arrancaría”).
La cláusula que empieza con “si” introduce una condición necesaria para que la otra acción potencial ocurra, por ejemplo: “si me invitaran, iría”; “si trabajaras más, ganarías más”; “si le sirviera el traje, se lo pondría para la fiesta”.
En nuestra oración, se ofrecen dos cláusulas que expresan condición. La primera es: “si no fuera porque yo vaya a tener un bebé”. Aquí encontramos el primer y más serio problema: la oración subordinada que empieza con “porque…” exige un verbo en indicativo, que podría ser “tuve”, “tengo”, “voy a tener” o “tendré”. Sencillamente no admite otro verbo en subjuntivo, como “vaya”. Sería tan imposible como decir: “si no fuera porque yo coma mucho” o “si no fuera porque él duerma tanto”.
La segunda cláusula de condición es: “(si) se me ofreciera”. Aquí no hay ningún problema profundo, pero sí un cambio estilístico, de una voz personal (“yo” voy a tener un bebé) a una impersonal (no sabemos quién ofrece).
La cláusula principal es “yo le arranco la mano”. Expresa una consecuencia posible si se dieran las dos condiciones establecidas antes. Como ya sabemos, normalmente aquí se usaría el tiempo condicional, en este caso: “arrancaría”. Sin embargo, también es cierto que a veces se usa el presente en la lengua oral e informal: “si no fuera por los nenes, yo voy a la fiesta” (en vez de “iría”).
Otras cosas menores que se podrían señalar sobre esta cláusula son: la falta de antecedente en la oración para el “le” (¿quién es la persona a quién “le” arrancaría la mano?) y el uso de una frase coloquial (“arrancarle la mano”) en un contexto que suponemos más o menos formal.
Volvemos a los comienzos: en la lengua oral se puede escuchar todo tipo de fenómeno, ya sea muy regularmente, como parte de la norma hablada, o en casos únicos e aislados. La lengua escrita nos da la oportunidad de ser más cuidadosos: tenemos la opción de parafrasear las citas directas, para asegurar la claridad del mensaje, y de escoger la mejor cita para destacar en un lugar prominente.
Claro que si no HUBIERAN publicado esa cita, yo no HABRÍA escrito esta columna…