Ésa fue la frase que más llamó mi atención durante una búsqueda en el Internet de la palabra “negocea”; la colocó alguien con el pseudónimo “trompeta performance” en www.carrito.net. La próxima fue, ya con otra conjugación: “negoceo tres old English bulldogs por chihuahuas”. Y es que en Puerto Rico se “negocean” miles de cosas –carros, perros, casas, cuestiones interpersonales–, tanto en la lengua oral como en la escrita. Pero no solo las “negoceamos”, sino que también las “financeamos”.
Hoy comentamos los verbos “negociar” y “financiar”, y la tendencia, cada vez más notable, de tratarlos como si tuvieran la forma “negocear” y “financear”. ¿Qué está ocurriendo?
En primer lugar, debemos saber que los verbos en español pertenecen a tres conjugaciones: los terminados en –ar (“amar”), –er (“temer”) e –ir (“partir”). Disculpen la digresión, pero ¿no les resulta curiosa esta secuencia de acciones: amar-temer-partir, que son los ejemplos que ofrece el Diccionario Panhispánico de Dudas en su apéndice de conjugaciones? Me parece que los lexicógrafos a veces desahogan sus penas, y sus alegrías, en los diccionarios...
Volvamos al tema. Entre los verbos en –ar, está el subgrupo de los terminados en –iar, como “anunciar”. No tenemos problema en conjugar el verbo “anunciar”: yo anuncio, tú anuncias, él anuncia, etc. Pues bien, los verbos “negociar” y “financiar” se conjugan exactamente como “anunciar”, o sea: yo negocio, tú negocias, él negocia, y yo financio, tú financias, él financia, etc. Visto de otro modo, decir que yo “negoceo” y “financeo” sería paralelo a decir que yo “anunceo”.
¿Por qué la confusión? Compartiré mi hipótesis, pero antes hay que señalar algo: es bien sabido que, en español, los verbos nuevos tienen la tendencia a terminar en –ear, otro subgrupo de –ar. Esto es evidente en los verbos referentes a las nuevas tecnologías, que usualmente tienen base en inglés: faxear, escanear, chatear. Pero también ocurre en verbos nuevos de base en español: salsear, merenguear, y en los híbridos: reguetonear. Traten de inventar cualquier verbo y verán que tienden a terminarlo en –ear. Ejemplo: ¿qué hace uno en las lechoneras de Guavate? Sí, lechonear.
Está claro, entonces, que contamos con la terminación –ear para crear nuevos verbos. Supongo que existe en nuestra mente como opción por defecto o no marcada, es decir, como recurso que usamos automáticamente cuando no tenemos referencia previa de algo, como es el caso de los verbos nuevos. Ahora bien, si esta alternativa está disponible para los verbos nuevos, también lo debe de estar para los que nos causan duda, ¿no?
Ésta es mi hipótesis: es posible que “negociar” y “financiar” no hayan tenido tanto uso en el discurso como “anunciar”, por lo que sus conjugaciones no sean tan conocidas. Cuando empezamos a hablar de negociar y financiar con más frecuencia, experimentamos la incertidumbre de cómo conjugarlos. Si no consultamos alguna referencia, es probable que optemos por la opción automática: –ear. Terminamos, entonces, “negoceando” y “financeando”. Probablemente la cercanía fonética entre las terminaciones infinitivas –iar y –ear aporta también a la confusión.
Para ser justos y realistas, no somos los únicos que exhibimos esa tendencia. En búsquedas electrónicas muy informales, he encontrado casos de “negocear” y “financear” en páginas de Venezuela, Colombia, México y Costa Rica.
De todo esto, se desprende una pregunta interesante: ¿están algunas de estas nuevas formas cobrando nuevos valores semánticos? Hallamos bastantes casos en que “negocear” parece significar “intercambiar”, por ejemplo: “vendo caballo negro de cinco años de paso fino o lo negoceo por four track”.
En otras instancias, el sustantivo “negoceo” parece adquirir matices expresivos especiales, como en este relato de una chica peruana: “aquí en el Perú el taxi se negocia, no hay taxímetro, ni tarifas establecidas, te aprovechas y pagas ‘lo menos posible, de acuerdo a la distancia’… Luego del negoceo de 25 segundos tomé el taxi...”. Ella conoce el verbo “negociar”, porque lo conjuga correctamente al principio, pero después opta por el sustantivo “negoceo”. Creo que los puertorriqueños podemos reconocer las diferencias expresivas entre “el negocio”, “la negociación” y “el negoceo”.
Con el deseo de que no negocien ni financien nada en este domingo, particularmente nada nitroso, me despido, hasta la próxima.