Nunca es tarde para aprender latín. Podrán pensar que es una idea descabellada, pero en realidad tenemos muchísimo trabajo adelantado. Consideremos el siguiente diálogo:
–Juan, necesito el currículum vítae de María, ipso facto.
–José, lo has revisado ad náuseam. Y no es un currículum per se, sino un resumé.
–Lo vi una sola vez, grosso modo. Tengo sospechas sobre su modus vivendi.
–Pero si fue summa cum laude en tu alma máter, y es doctora honoris causa.
–Sí, acumular títulos ad infinítum es parte de su modus operandi.
–¡Por favor! Es el non plus ultra en su campo, y va a trabajar ad honórem.
–Más bien quid pro quo. Además, es persona non grata, por aquel lapsus linguae.
–Chico, eso fue peccata minuta, y lo corrigió motu proprio.
–Claro, a posteriori. Pero fue vox pópuli que dijo “coitus interruptus” en vez de “delírium trémens”.
–Bueno, saber latín no es una condición sine qua non de este trabajo.
–No sensu stricto, pero sí de facto.
–Si quieres la ponemos en algún comité ad hoc.
–Oye, tú siempre te conformas con el statu quo.
–Y bregar contigo es un vía crucis.
–OK, OK, mea culpa...
Ya ven. Conocemos unas cuantas locuciones latinas, que es como llamamos estas frases que conservan en el presente su forma original del latín. Hoy vamos a conocerlas un poco más.
Como pueden observar, las locuciones latinas que usamos corrientemente no se escriben con letra cursiva o entre comillas, porque no son extranjerismos, sino parte del español. Por eso mismo hay que acentuarlas siguiendo las reglas de acentuación del español. Las únicas palabras latinas que se salvan del acento gráfico son las categorías taxonómicas de plantas y animales, por tratarse de nomenclaturas que se usan internacionalmente, por ejemplo: Eleutherodactylus coqui (coquí) y Delonix regia (flamboyán). De paso, éstas sí van en cursivas.
A veces usamos las locuciones latinas en construcciones sintácticas propias del español, haciendo caso omiso de la morfología del latín. Por ejemplo, “grosso modo” es una locución latina adverbial que significa ‘a grandes rasgos’. El valor de la preposición “a” está integrado en su significado, por lo que se dice que “alguien hizo algo grosso modo, y no “a grosso modo”. Ocurre lo mismo con “motu proprio”, que significa ‘voluntariamente; de propia, libre y espontánea voluntad’. Por lo tanto, “hacemos cosas motu proprio”, y no “a motu proprio”. Y, sí, es “motu proprio”, no “motu propio”. Una tercera locución latina adverbial que causa confusión es “prima facie”, que quiere decir ‘a primera vista’. No hay que decir “a prima facie”ni “de prima facie”, sino simplemente “prima facie”, por ejemplo: “Esa ley es inconstitucional prima facie”.
Hay unas cuantas locuciones latinas que usamos como abreviaturas, tal vez sin darnos cuenta. Por ejemplo: “a. m.” y “p. m.” corresponden a “ante merídiem” y “post merídiem”, que significan ‘antes del mediodía’ y “después del mediodía”, respectivamente. El “R. I. P.” de las tumbas significa “requiéscat in pace” o ‘descanse en paz’. Nuestra posdata la abreviamos “P. D.”, aunque en español también tenemos “post scriptum”, abreviado “P. S.”, más frecuente en inglés. Otra abreviatura frecuente en la escritura académica o formal es “v. g.”, que viene de “verbi gratia”, o sea, ‘por ejemplo’. En inglés, sin embargo, se usa “e. g.”, de “exempli gratia”, que significa lo mismo.
Las locuciones latinas se usan en todos los ámbitos de la vida, pero las encontramos con mayor frecuencia en los campos del derecho, la medicina, las ciencias en general y, por supuesto, la iglesia.
Ya repasamos algunas de nuestras locuciones latinas y ahora las podemos utilizar más conscientemente. Aunque nos digan rara avis (pájaro raro) o se nos forme un tótum revolútum (revoltijo) en la cabeza, aprovechemos estas locuciones latinas que incluye nuestro español, y llevémoslas con nosotros urbi et orbi, o sea, a la ciudad y al mundo, a los cuatro vientos.