Entre las preguntas más frecuentes que nos hacemos sobre la lengua, se encuentra, acaso en primer lugar, la lánguida y pensativa “¿De dónde vendrá esa palabra?”. De la mano de esa interrogante, nos adentramos, inocentemente, en el enmarañado pero fascinante bosque de la etimología, cuyos claros contienen tesoros de incalculable deleite.
Empecemos por el principio. Etimología es el estudio del origen de las palabras, de la razón de su existencia, de su significación y de su forma. Etimología viene del latín etymologia, que significaba ‘origen de una palabra’, que a su vez viene del griego etymología, que significaba ‘sentido verdadero de una palabra’, que a su vez se compone de étymos, ‘verdadero, real’ y logos, ‘palabra’. Ésta es la etimología de la palabra etimología.
La etimología repasa, pues, la historia particular de cada palabra, desde que tenemos primera noticia de ella hasta el presente. Sin embargo, esa historia rara vez es lineal; más bien, usualmente luce como un río serpenteante que se entrecruza, cambia de dirección, se funde o se desdobla según se relaciona con otras palabras a lo largo del tiempo.
Veamos un ejemplo concreto en la siguiente pregunta: ¿por qué las relaciones entre hermanos se llaman fraternales, y no hermanales? O bien: ¿por qué los hermanos no se llaman fraternos? O sea: ¿por qué tenemos en español palabras de etimologías diferentes para referirnos a las mismas cosas? ¿Qué historia las ha traído a ambas al español actual, cuando una de ellas tal vez hubiera sido suficiente?
En este caso, ambas palabras vienen del latín. “Fraterno” desciende de frater, ‛hermano’. “Hermano” viene de germanus, reducción de frater germanus. Esta frase combinaba el significado de frater, ‛hermano’, con el de germanus, ‛puro, genuino o auténtico’ y significaba hermano verdadero, o sea, de la misma madre y padre. El sentido de ‛auténtico’ de la palabra germanus se fue especializando desde temprano para expresar el parentesco carnal en primer grado. La frase se redujo entonces a germanus, aunque englobó el significado completo de ‛hermano auténtico’.
En la Península Ibérica quedó germanus, dando hermano en español, germà en catalán, irmán en gallego e irmão en portugués. En otras lenguas romances, sin embargo, triunfó frater para hermano y soror para hermana (francés: frère, sœur; italiano: fratello, sorella). De paso, el inglés brother viene también de frater.
Pero frater y soror también dejaron sus marcas en español. Por ejemplo, nos gusta confraternizar de manera fraternal, y nos asustan los fratricidas, asesinos de su propio hermano. En el ámbito religioso, los monjes pueden llevar el título de fray (apócope de fraile) y las monjas de sor; por supuesto, esto es igual que decir hermano y hermana. Y en Puerto Rico tenemos fraternidades y sororidades, aunque estos nombres tan latinos nos llegaron del inglés (fraternity, sorority). Lo de fraternos y sororas, de paso, parece que nos lo inventamos aquí, para nombrar a los miembros de dichas asociaciones.
Germanus ha dejado en español otros descendientes derivados de hermano, como hermandad o hermanarse. En la religión también tiene su espacio, pues llamamos a los monjes y monjas hermanos y hermanas. Y además tiene presencia en el mundo criminal, pues la palabra germanía, que significó inicialmente hermandad o gremio, designa la jerga o manera de hablar particular de los ladrones y rufianes.
Así que, ya ven, aunque había dos palabras en latín, frater y soror, para hermano y hermana, y otras lenguas romances se quedaron con ellas, en la Península Ibérica algo pasó que hizo que la frase frater germanus, y su abreviatura germanus, triunfara para expresar ese significado, lo cual nos dejó hermano y hermana. ¿Qué fue ese algo? Cuando me entere, se lo diré sin falta... Mientras tanto, hermanos y hermanas, les deseo un domingo de fraternal confraternización.
(Publicado en El Nuevo Día el 19 de febrero de 2006)