De vez en cuando es saludable cuestionarnos lo que tomamos por sentado. Hoy es uno de esos días. Después de plantearnos muchos temas, reparamos en el calendario todavía planchadito que se estrena en el escritorio este mes... Así que hoy hablamos del calendario, de los meses y de sus nombres.
La voz “calendario” viene del latín “kalendarium”, que era el libro de cuentas de los prestamistas. Esta palabra venía, a su vez, de “kalendae”, o sea, calendas, el primer día de cada mes en el calendario romano antiguo, que también era el día en que se vencían las deudas. Tanto entonces como ahora, parece que las calendas daban candelas.
Tenemos, luego, la palabra “mes”. Ésta viene del griego “men”, y luego del latín “mensis”, que dejó unas cuantas palabras derivadas en español relacionadas a lo mensual: “menstruación”, “menopausia”, “amenorrea”, “trimestre”, “semestre”. Algunas fuentes apuntan a un origen indoeuropeo, mucho más antiguo, que vinculaba la palabra para ‘mes’ con la de ‘luna’, y que dejó cercanías fonéticas en lenguas como el inglés: “month”/“moon”.
Pero vamos a lo que vinimos. El calendario romano original tenía diez meses, y comenzaba en marzo. Los meses se llamaban: martius, aprilis, maius, junius, quintilis, sextilis, september, october, november, december. Hacia el siglo 8 a. C., se añadieron al final dos meses más: januarius y februarius. Siglos más tarde se movió el comienzo del año a januarius.
El nombre januarius se acuña en honor de Janus o Jano, un dios romano con dos caras que miran a lados opuestos, y que simboliza las puertas o los comienzos. Se le invocaba al comienzo de cualquier proyecto que implicara pasar por el umbral que separa el pasado y el futuro: nacimientos, matrimonios, guerras. Su evolución fonética fue algo como: januarius-janeiro-janero-enero.
Por su parte, februarius o febrero nace de una antiquísima fiesta anual sabina de purificación y sacrificios llamada februa, que ocurría en el equivalente al 15 de febrero. El Imperio Romano utilizó el nombre de las fiestas februas para designar el mes en que tenían lugar.
El nombre de martius, marzo, se deriva del nombre del dios de la guerra, Marte. Era el primer mes del calendario romano antiguo por ser Marte un dios importante, protector de las campañas de guerra que comenzaban entonces, pasado ya el invierno.
Abril proviene de aprilis, pero hay dos nociones en relación con su origen. La primera es que viene del latín aperire (abrir), en referencia a la estación en que las flores empiezan a abrir o florecer. La segunda es que el nombre original fuera aphrilis, en honor a Afrodita, la Venus griega.
El nombre maius, mayo, se inscribe en honor de la diosa griega Maia (je, je), símbolo de la primavera, los cultivos y el crecimiento, que tenía su festival en ese mes.
Nuestro junio viene de junius, en homenaje a la diosa romana Juno. Ella era la reina de los dioses, y se representa con atuendo de guerrera. Se asociaba con todos los aspectos y ciclos de la mujer, de quien era protectora. Se le consideraba patrona del matrimonio y la maternidad; de ahí que haya tantas bodas en junio.
Nuestro mes de julio sustituyó a quintilis, el quinto mes en el antiguo calendario romano. Ocurre que en el calendario juliano, establecido por Julio César hacia el 45 a.C., se impuso el nombre julius a ese mes, por ser el de su nacimiento.
Con agosto ocurre algo similar: en el antiguo calendario romano, el sexto mes era sextilis. Este mes se renombra augustus en honor a Octavio Augusto, sucesor de Julio César, pues muchos de sus logros ocurrieron en ese mes.
Los restantes meses tienen nombres de fácil deducción, pues se refieren a su lugar en el calendario romano antiguo, que no en el actual. September era el séptimo mes, october el octavo, november el noveno y december el décimo.
Ya ven: empezamos un nuevo año 2008, llenos de nuevos proyectos inéditos, que ocurrirán en meses nombrados por personas hace miles de años... Creo que Janus, con sus dos caras, tenía razón, al mirar al pasado y al futuro a la vez.
(Publicado en El Nuevo Día el 20 de enero de 2008)