No me picheen

Desde hace un tiempo, vengo oyendo el verbo “pichear”.  Al principio, pensé que equivalía a “tirar”, en dos de sus sentidos coloquiales puertorriqueños: ‘tratar de conquistar’ o ‘atacar o retar, directa o indirectamente’.  Por ejemplo, “Ese chico me está picheando” para mí equivalía a “Ese chico está tratando de conquistarme”.  O bien, “En la reunión Juan le picheó a Pedro” a mi entender significaba que “Juan atacó o retó a Pedro”. 

En estas interpretaciones me guió, sin duda, la imagen del béisbol: el “pitcher” o lanzador “pichea” o lanza la bola directamente al bateador.  También influyó la ya mencionada analogía con el verbo “tirar”.  ¿Saben qué?  Nada más lejos de la realidad.  El significado actual del verbo “pichear”, al menos en la generación joven puertorriqueña, es ‘ignorar, hacerse el loco, desentenderse o esquivar’.  Las dos oraciones anteriores significan, por tanto, lo contrario de lo que pensaba: el chico no me hace caso y Juan no le prestó atención a Pedro.

¿Pueden creerlo?  Aunque soy consciente de la arbitrariedad del signo lingüístico, esto me sorprendió sobremanera.  ¿Cómo había llegado “pichear” a significar ‘ignorar’? 

“Pichear” o “pitchear” viene del inglés “to pitch”, y la usamos desde hace tiempo en el ámbito del béisbol, para ‘lanzar la bola el lanzador al bateador’. 

“Pichear” tuvo otros dos valores coloquiales, recogidos en el Tesoro Lexicográfico de Puerto Rico: (1) ‘Adular cariñosamente para lograr un objetivo’ y (2) ‘Acumular puntos con una muchacha; buscar novia; estar detrás de una chica’.  Ejemplos de estos usos serían, respectivamente: “Él está picheando para el puesto de director” y “Encima de eso, le está picheando a la actual directora”.  Estos sentidos están cayendo en desuso.

Y llegamos al presente.  Doy unos ejemplos, tomados de Internet.  En un sitio dedicado a la lucha libre, un corresponsal escribe: “Esas luchas fueron unas porquerías; les voy a pichear a todas y voy directo a comentar la estelar”.  Otro ejemplo, parte de un diálogo: “No me gusta tu tono, pero te voy a pichear, por el bien de las relaciones entre tu Colectivo y nosotros”.  Finalmente, una canción del rapero Vico C menciona a los “corruptos” y dice: “Cuando los confrontan, pichean más que un pelotero”.

¿Entendieron?  Les aseguro que cualquier adolescente descodificaría estas oraciones perfectamente.  Básicamente: el comentarista de lucha va a obviar las luchas que no le gustaron, el del diálogo hará caso omiso del tono del otro y el rapero dice que los corruptos esquivan las confrontaciones.

La mayoría de los entrevistados no sabe cómo “pichear” llegó a significar ‘ignorar’, algo normal porque, en general, usamos las palabras que acuña l uso convencional, sin cuestionar sus orígenes.  Algunos, sin embargo, adelantaron sus teorías: (1) el “pitcher” no debe revelar qué tiro va a hacer, y, por eso, es esquivo o engañoso, (2) el “pitcher” pretende ignorar a los corredores que están en base, aunque los mira de reojo y (3) al lanzar, el “pitcher” suelta algo: la analogía está en soltar algo con lo que no se quiere bregar. 

Para cubrir todas las bases (je, je), cotejé un diccionario en inglés, y encontré que uno de las acepciones de “pitch” es: ‘poner a un lado o descartar algo, tirándolo o como si se tirara’.  ¿Será que nos llegó por esa vía?

¿Lecciones?  Que la lengua evoluciona de muchas formas, y una de ellas es reciclar palabras existentes, asignándoles nuevos valores.  Que a veces no sabemos cómo llegan los nuevos significados; nuestras teorías vienen a ser, a lo sumo, “etimologías populares”.  Que la supervivencia de las palabras es impredecible: algunas penetran en la corriente general y perduran, y otras quedan en un grupo específico o pasan de moda; ya veremos qué ocurre con “pichear”.  Que toda palabra merece ser examinada, simplemente porque existe en una comunidad de habla; no quiere decir esto que se recomiende o se condene su uso, sino que la descripción del fenómeno siempre es válido e interesante.  Finalmente, que esté atento cuando un joven le hable de “pichear”, porque puede querer decir lo contrario de lo usted imagina.

(Publicado en El Nuevo Día el 5 de marzo de 2006)

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