O sea

En la última edición de la revista Español actual (80/2003), se publica un interesante artículo por la Dra. María Inés Castro, del Recinto de Río Piedras de la U.P.R., sobre el uso y función actuales del “o sea” en el español de San Juan.

La investigación analiza el “o sea” en entrevistas realizadas para dos investigaciones de la U.P.R.: (1) El habla culta de la generación joven: San Juan, La Habana y Santo Domingo y (2) La norma popular en la zona metropolitana de San Juan.  La lengua usada en las entrevistas es oral y espontánea, por lo tanto, las conclusiones del estudio no necesariamente aplican a otros registros, como la lengua escrita.  

La función del “o sea”, según el Diccionario de la Real Academia Española (1992), es la de establecer una relación de equivalencia, entiéndase una relación de igualdad o identificación del tipo ‘es igual a’ (=).  Sin embargo, la autora informa que encontró muy pocos casos del “o sea” de equivalencia.  Un ejemplo cercano a este uso –aunque no exacto, según nos indica la autora– es: “toda la familia de mi papá está allá, O SEA, los hermanos, porque los papás ya murieron”.  El “o sea” aquí establece la equivalencia: “la familia” = “los hermanos”.

Una segunda función del “o sea”, documentada por otros diccionarios y estudiosos, es la función explicativa.  La Dra. Castro distingue dos vertientes sutilmente diferentes de esta función: la aclarativa y la rectificadora. 

En el primer caso, se usa “o sea” para aclarar o explicitar: “Y esos dos tipos, leían en cantidad.  O SEA, a mí me gustaba leer, pero esos tipos leían más”.  Aquí el hablante aclara y matiza con el “o sea”, de modo que el oyente no concluya que ‘ellos eran lectores ávidos, pero yo no’.

En el segundo caso, el “o sea” cumple una función rectificadora, introduciendo alguna corrección, mejora o enmienda a lo dicho antes.  En este sentido, es equivalente a “mejor dicho”: “Y se cantaba mucho canciones de Llorens –O SEA, poesías de Llorens ta… eh, tranformándolas en, a canciones–…”.  El hablante quiere rectificar, en su discurso, con el “o sea”, que Llorens no escribió canciones sino poemas. 

La autora destaca que, en las construcciones explicativas, usualmente se ofrece primero el término más general, y luego las aclaraciones o rectificaciones.  Según las fuentes citadas, el segundo término es importante porque es el que el hablante desea que prevalezca en la comunicación.  Sin embargo, también hay casos que presentan primero los detalles explicativos y luego el término general que los abarca: “Me faltaba una clase nada más, la más mala, transcripción en inglés, el cuco,  O SEA, que siempre hay una clase…”. 

Una tercera función del “o sea” es la función causal o consecutiva.  Se trata del “o sea” que introduce la causa, razón o motivo de lo que precede, estableciendo una relación del tipo “porque”:  “Y los mismos maestros van a fotocopiar algo, no pueden.  O SEA no hay facilidades”.  Como ven, el “o sea” podría ser sustituido por “porque”.

Esta relación se puede invertir, presentando la causa primero.  Se establecen entonces relaciones del tipo “por lo tanto”, “por lo cual”, “así que”: “Eran unas sillas que estaban adheridas al piso.  O SEA, que no se podían añadir sillas”. 

La autora concluye que el “o sea” está perdiendo su sentido de estricta equivalencia y ganando nuevos valores como elemento responsable de establecer relaciones explicativas aclarativas y rectificadoras, al igual que relaciones causales.  Con su acercamiento a estas “dos palabritas”, la Dra. Castro nos abre una ventana a las complejidades de la Lengua, las cuales tan pronto comenzamos a asir, se transforman en algo nuevo.

La autora concluye que el “o sea” está perdiendo su sentido de estricta equivalencia y ganando nuevos valores como elemento responsable de establecer relaciones explicativas aclarativas y rectificadoras, al igual que relaciones causales.  Con su acercamiento a estas “dos palabritas”, la Dra. Castro nos abre una ventana a las complejidades de la Lengua, las cuales tan pronto comenzamos a asir, se transforman en algo nuevo.

El Diccionario Panhispánico de Dudas, publicado en 2005, confirma y valida la existencia de los usos y funciones del “o sea” señalados en este estudio dos años antes.  En una notita normativa, también nos recuerda que, por más que se pronuncie junto, “o sea” se escribe separado, y que, si hay que escoger, se debe preferir “o sea” antes que “oséase”.

Será hasta la próxima, lectores, o sea, amigos.         

(Publicado en El Nuevo Día el 8 de abril de 2007)

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