Pregunta pendiente: se venden flores

se venden flores-foto-editA veces recibo, de parte de apreciados lectores, interesantes preguntas.  Hoy contesto una que me envió un muy estimado amigo, “Luisvi”, con cariño proporcional al tiempo que me he tardado en responder, que no es poco...

La pregunta es: ¿se dice “se venden flores” o “se vende flores”?  Esta construcción es la misma de casos como: “se buscan constructores”, “se corrigen tesis” o “se limpian zapatos”.

Antes de abordar esta cuestión, respiremos hondo, pues esa palabrita “se”, tan inocente que luce y suena, es una de las de más compleja interpretación en español.

De hecho, para los que tienen prisa, adelanto la contestación breve: la norma culta del español general sigue prefiriendo decir y escribir “se venden flores”, aunque en algunas partes de América, especialmente en el Cono Sur, se está extendiendo la construcción “se vende flores”.

Estas oraciones –“se venden flores”, “se limpian casas”, “se recogen escombros”, etc.– se llaman “oraciones de pasiva refleja”.  Se componen de la forma “se”, seguida de un verbo en tercera persona (singular o plural) y luego de un nombre (singular o plural): “se + vende + carro” / “se + venden + flores”.  La acción la realiza alguien que no se menciona.

Semánticamente, el nombre suele denotar cosas: “se hacen FOTOCOPIAS”, o personas indeterminadas: “se necesitan EBANISTAS”.  Gramaticalmente, el nombre funciona como sujeto de la oración, por lo que establece concordancia de número con el verbo; será singular si el nombre es singular, y plural si el nombre es plural: “se vende perrito” / “se venden perritos”, “se compra metal” / “se compran metales”.

La confusión entre “se venden flores” y “se vende flores” viene, probablemente, de un cruce entre las oraciones de pasiva refleja y las oraciones impersonales. 

Las oraciones impersonales también se construyen con “se”.  Sin embargo, éstas mantienen el verbo fijo en tercera persona singular: “en esa comunidad, SE RESPETA a los ancianos”, “en esa cárcel SE TRATA bien a todos los presos”.  Noten que aunque los nombres que siguen al verbo están en plural, el verbo se mantiene en singular.  ¿Por qué en las pasivas reflejas el verbo  concuerda con el nombre y en las impersonales no?  ¿Cuál es la diferencia?

En las pasivas reflejas, el nombre funciona como sujeto, por lo cual el verbo tiene que concordar con él.  En las impersonales, no hay sujeto (de ahí el nombre “impersonales”: no hay persona gramatical fungiendo como sujeto).  Ese nombre que vemos después del verbo es en realidad el complemento directo.  Cuando no hay sujeto, los verbos quedan fijos en la forma verbal no marcada (opción por defecto o “default”) del español: la tercera persona singular. 

¿Cómo sabemos cuál es cuál?  Noten que el nombre en las pasivas reflejas designa cosas (“se venden COSAS”) o personas indeterminadas (“se buscan PERSONAS”), mientras que en las impersonales se refiere a personas determinadas (“se llamó A todas las personas que solicitaron”).  Así que, en primer lugar, si son cosas, la oración es pasiva refleja, y el verbo concuerda con el nombre: “se vende casa”, “se reciclan metales”.  Esto resuelve el asunto de “se venden flores”. 

Ahora bien, si el nombre se refiere a persona, el indicador clave será la “a”.  En las pasivas reflejas, el nombre, que es indeterminado, o sea, general, nunca irá precedido por “a”.  En las impersonales, el nombre determinado, que remite a personas específicas, siempre irá precedido por la “a”.

Veamos ejemplos.  Una pasiva refleja con nombre de persona indeterminado: “SE BUSCAN supervisores con experiencia”; una impersonal con nombre de persona determinado: “SE BUSCA A dos supervisores con experiencia”.  Sería incorrecto decir: “se buscan a dos supervisores con experiencia”.  Otro ejemplo: “SE NECESITAN doctores” / “SE NECESITA A tres doctores voluntarios”.  Imposible decir: “se necesitan a tres doctores voluntarios”.

Por lo tanto, y con esto terminamos: “SE VENDEN flores”, “SE COMPRAN flores” y “SE BUSCA A personas dispuestas a disfrutarlas”.

(Publicado en El Nuevo Día el 22 de abril de 2007)

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