Esta semana asistimos a un fascinante proceso lingüístico que desembocó en la creación de un nuevo vocablo: “toallazo”. Morfológicamente, sigue una derivación normal en español: se une a “toalla” el sufijo “-azo”. Pero semánticamente, el “toallazo” ofrece una cornucopia de posibles análisis.
El sufijo “-azo” puede ser aumentativo: “perrazo”, a veces despectivo: “cochinazo” y a veces afectivo: “buenazo”. Más corrientemente significa un golpe dado con el objeto designado: “almohadazo”, “manotazo”. De ahí que pueda nombrar acciones violentas diversas, como “bombazo” (golpe de una bomba, y su explosión), “avionazo” (en algunos países, accidente de avión) o “furgonazo” (aquí, impuesto a los furgones). En los “cacerolazos” suramericanos, la gente protesta dando golpes literales contra cacerolas y golpes metafóricos contra los gobiernos. Nuestro “toallazo” no es un golpe de toalla, sino una “tirada de toalla” grande o violenta (y luego una manifestación en contra de ella).
Consideremos la cronología de eventos, factuales (o noticiosos) y lingüísticos. A finales de año, conocimos las prácticas irregulares del legislador Rivera Guerra con respecto de la AEE, AAA y CRIM. Hace un par de semanas, se empieza a comentar que la Comisión de Ética a cargo de evaluarlo se inclina a “tirarle la toalla”. Esta frase es una metáfora basada en la acción de detener una pelea tirando una toalla en el cuadrilátero cuando un boxeador no puede defenderse más; significa ‘rendirse’ o ‘darse por vencido’. La variante “tirarle la toalla a alguien” podría ser puertorriqueña; significa ‘interceder por alguien para absolverlo de una culpa o liberarlo de una situación contenciosa’.
El lunes pasado, la Comisión se limitó a sancionar a Rivera Guerra con diez días sin dieta. El martes, este diario despliega el titular “Toallazo cameral”; la frase “tirar la toalla” se ha quedado corta. El miércoles se lleva a cabo el segundo “toallazo”, un acto en que ciudadanos entregan toallas viejas o sucias a la representante Fernández en el Capitolio.
Aquí los objetos (toallas) se materializan después que la palabra (“toallazo”) y simbolizan una noción (la injusticia). Para que quede claro el mensaje, en las toallas se escriben consignas como “En noviembre no habrá toallazo”...
Esta historia tan enrevesada resulta transparente para nosotros, pero no para un reportero que informa en Terra.com que “En la isla, dar a alguien una toalla es invitarlo a irse”. ¿Le tiramos la toalla?
(Publicado en El Nuevo Día el 29 de enero de 2012)