Adjetivos singulares

Los adjetivos son palabras que expresan cualidades o propiedades que se atribuyen a cosas o a personas. Usamos las nociones de ‘cualidad’ o ‘propiedad’ en un sentido amplio, para dar cabida a la notable diversidad que existe entre los adjetivos. Son adjetivos todas las palabras destacadas a continuación: las flores HERMOSAS, un ARDUO trabajo, tu PROPIA casa, una SEGUNDA oportunidad.

adjetivos

La palabra “adjetivo” viene de “adjectivum”, que en latín significaba ‘adjunto, vecino, arrimado’. Se distinguía del sustantivo, que expresaba una ‘sustancia’. El adjetivo denotaba un ‘accidente’ que modificaba esa sustancia, o sea, una cualidad o estado que aparecía en algo, sin ser parte de su esencia o naturaleza. Esta diferencia semántica se reflejaba en la oración en que el sustantivo podía subsistir solo, sin el adjetivo, mientras que el adjetivo dependía del sustantivo.

Así lo establecía la tradición gramatical grecolatina, que se mantiene como base para los análisis modernos, aunque la gramática actual devela todos los días las sorprendentes complejidades de estos asuntos.

Según su estructura morfológica, es decir, su forma, los adjetivos pueden pertenecer a tres tipos: simples (“flaco”, “atroz”), derivados (“perruno”, “ruidoso”) o compuestos (“agridulce”).

Hoy examinaremos un subgrupo interesante de los adjetivos derivados. Algunos adjetivos derivados coexisten en español con el sustantivo del que se derivan, por ejemplo: “oloroso”-“olor”, “escandaloso”-“escándalo”, “gatuno”-“gato”. Pero otros se derivan de sustantivos que no existen en español. En una columna pasada hablábamos del adjetivo “fraternal”, que se corresponde con el sustantivo “hermano”; no existe en español el sustantivo “fraterno”. Como ése, hay otros tantos casos.

Tomemos la pareja “doméstico”-“casa”. El adjetivo “doméstico¨, que significa ‘perteneciente o relativo a la casa u hogar’, viene de “domus”, latín para ‘casa’. “Casa” viene de “casa”, palabra latina que significaba ‘choza’. Y en español tenemos problemas “domésticos”, no “casales”, aunque no vivimos en “domus”, sino en “casas”.

Otra pareja es “cardiaco”-“corazón”. No podemos decir que tengamos una condición “corazonal”, ni que ese hombre me partió el “cardio”. “Cardiaco” viene del griego para ‘corazón’ (que dejó otros parientes en español: “cardiología”, “miocardio”), mientras que “corazón” viene del latín “cor”.

Una tercera pareja es “agrario”-“campo”. “Agrario” significa ‘perteneciente o relativo al campo’. Es cierto que en español tenemos “campestre”, pero no significa lo mismo: hablamos de “política agraria”, no de “política campestre”. Lo que no tenemos es un sustantivo del que derivar “agrario”.

Las parejas anteriores de adjetivo-sustantivo vienen de raíces etimológicas diferentes. Pero hay otro grupo de parejas que tienen la misma raíz latina y, a pesar de ello, exhiben formas diferentes en el español actual. En esos casos, el sustantivo usualmente ha evolucionado fonéticamente en boca de los hablantes, mientras que el adjetivo tiene una forma cercana al latín original. Estos adjetivos constituyen “cultismos”: vocablos de una lengua clásica que se toman para uso en una lengua moderna, usualmente por grupos intelectuales o científicos, y que no sufren las transformaciones fonéticas normales de las voces populares.

Veamos la pareja “ filial”-“hijo”, que vienen de la misma raíz latina. La palabra “hijo” sufrió cambios fonéticos a través del tiempo, mientras que “filial” se mantiene muy cerca del latín. Hoy en día no hablamos de relaciones “hijales” ni de los “filios” del vecino.

Lo mismo ocurre con “lácteo”-“leche”. Ambas vienen de la raíz latina para leche (“lac”). Las tendencias fonéticas del sistema desembocaron en el sustantivo “leche”, mientras que la lengua culta rescató el adjetivo “lácteo” en una forma casi original.

Un tercer ejemplo es “insular”-“isla”, ambas procedentes del latín “ínsula”. El habla simplificó el sustantivo a “isla”, mientras que el adjetivo “insular” se trajo directamente del latín. De “isla”, sin embargo, se deriva otro adjetivo: “isleño”. Aunque “insular” e “isleño” son sinónimos en sus sentidos básicos (‘natural, perteneciente o relativo a una isla’), la carga específica que tiene cada uno, en nuestra ínsula, es diferente. ¿Qué valor tiene para nosotros cada uno, mis isleños e insulares amigos?    

 

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