Constantemente me sorprende el uso que se le da, en letreros o impresos de cualquier tipo, al signo ortográfico de las comillas. En un edificio de Hato Rey donde trabajé por años, todas las mañanas me jalaba la vista el letrero que anunciaba: Salida de “emergencia”. Regularmente paso por un local en Trastalleres llamado: “El príncipe” del mondongo. En los menús, después de los postres, he encontrado estos mensajes parcial o totalmente entrecomillados: “Gracias” por su visita o “Vuelva otra vez”. En una factura de un piscolabis reciente, leí: sorullitos de maíz para “100” personas. Me he topado con otros letreros como: “Peligro”, Ofertas “especiales”, “Personal autorizado solamente”, etc. Pero la gota que colmó la copa fue el letrero de un baño en un restaurante de Cayey, que rezaba: Antes de volver a sus tareas, los empleados deberán lavarse las “manos”.
En los casos anteriores, la intención de los redactores parece ser resaltar o destacar –¿acaso adornar?– gráficamente la palabra o frase que enmarcan. Sin embargo, las comillas tienen usos específicos, que dan valores específicos a las palabras que encierran, por lo que los mensajes citados resultan confusos, si bien trágicamente cómicos. Por si alguien se está preguntando cuál es el problema, vamos a aclarar el uso de las comillas.
Hay distintos tipos de comillas: las comillas angulares, latinas o españolas (« »), las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’). Las comillas dobles –latinas o inglesas– se pueden usar indistintamente, siempre y cuando la selección sea consistente. Por otro lado, cuando hay comillas dentro de un texto ya entrecomillado, se alternan: «María le gritó a Juan: “¡Eres un bobo. Por eso te dicen ‘Esculapio’ y otras cosas más!”».
Las comillas cumplen diversas funciones. Su primer uso es enmarcar una cita directa, ya sea de una fuente escrita u oral: Comenta la Dra. Vega, sobre los perros realengos en Puerto Rico, que “este problema tiene repercusiones para la salud, seguridad y bienestar mental de los puertorriqueños”.
En las obras literarias que contienen narración, las comillas se usan para demarcar los pensamientos de los personajes: Karen, como siempre, baja al último minuto, su pelo acabado de secar, sus ojos centelleando. “Deben haber hecho el amor anoche otra vez”, América piensa. (Esmeralda Santiago, El sueño de América, 1996).
Otro uso de las comillas es indicar que una palabra o expresión viene de otra lengua o que se usa irónicamente o con un sentido especial: Luny y Tunes son los productores de reguetón más “rankeaos” del momento; María se fue con el novio a “estudiar”; Qué bueno fue “hablar” contigo el otro día por correo electrónico.
En el caso de los extranjerismos crudos, cabe señalar que el Diccionario Panhispánico de Dudas recomienda marcarlos en letra cursiva antes que entre comillas.
Cuando hacemos una referencia metalingüística en un texto, o sea, hablamos de una palabra como palabra, usamos comillas también: El plural de “paz” es “paces”. Se usa poco, salvo en la frase fija “hacer las paces”.
Sin embargo, para referirnos a los significados, se estilan las comillas simples: La palabra “terráqueo” está compuesta del latín “terra” (‘tierra’), y “aqua” (‘agua’).
También se usan las comillas para nombrar cualquier componente de una publicación mayor, por ejemplo, un artículo, un poema, un capítulo, un reportaje. Por su parte, los títulos de libros se escriben en cursiva si el texto está en letra redonda, o en redonda si el texto está en cursiva: Me encantó el capítulo “Opportunity” del libro The Audacity of Hope, de Barack Obama.
Finalmente, usamos las comillas para demarcar los apodos, como el del recientemente fallecido Juan “Pachín” Vicens.
No podemos cerrar este tema sin comentar el uso de las “comillas” en el discurso oral, expresadas mediante la flexión de los dedos índice y corazón de ambas manos, una o dos veces, cuando se menciona la palabra en cuestión. Respecto a esta práctica, probablemente la moderación sea la mejor recomendación. Después de todo, la lengua oral cuenta una diversidad de recursos entonativos para expresar ironía o sentidos especiales, y con el tiempo para atribuir cualquier cita, “como dijo el poeta...”, o incluso decir “entre comillas”. Y con eso, me despido, “hasta la próxima”.