El término “conectores lógicos” resulta útil para describir ese grupo de palabras y frases que sirven para conectar dos ideas en una relación lógica. Los “conectores” no son una categoría lingüística, ni un conjunto cerrado de posibilidades; no todo el mundo los llama así, ni los agrupa así. Creo que se ha tomado prestado de la filosofía, matemática y computación, ámbitos en que el término tiene sentidos muy técnicos y rigurosos.
En el discurso oral y escrito expresamos ideas y más ideas que vamos relacionando unas con otras. Forjamos estas relaciones, que son de diferente tipo, mediante diversos recursos lingüísticos. Entre ellos se destacan los conectores lógicos.
Una relación posible entre ideas es de causa y efecto:
“No voy a la fiesta, PORQUE no tengo ropa”.
“No tengo ropa, PORQUE no voy a la fiesta”.
¿Cuál es la causa y cuál es el efecto? Depende del conector. Como ven, el “porque” introduce la causa. El segundo ejemplo es casi imposible de entender, porque el “porque” establece que “no voy a la fiesta’ es la causa de ‘no tengo ropa’.
Otra manera de expresar esta misma relación es:
“No tengo ropa, ASÍ QUE no voy a la fiesta”.
“No voy a la fiesta, ASÍ QUE no tengo ropa”.
En este caso, el conector “así que” introduce el efecto, por lo cual el segundo ejemplo no tiene sentido.
Otros conectores lógicos de causa y efecto son: entonces, por esta razón, consecuentemente, en consecuencia, puesto que, debido a, por ello, de ahí que, por lo tanto, así, en efecto.
Otra relación que establecemos entre ideas es el contraste:
“No tengo ropa, PERO voy a la fiesta”.
“Voy a la fiesta, PERO no tengo ropa”.
Los conectores lógicos de contraste oponen una idea a otra que se ha mencionado antes. En los ejemplos anteriores, el invertir las ideas no violenta la lógica ni la coherencia del discurso; sin embargo, otorga mayor peso a la idea introducida por el “pero”.
Otros conectores de contraste son: no obstante (lo dicho), sin embargo, con todo, aunque, aun cuando, contrario a, si bien, empero, a pesar de, pese a (lo expuesto), en cambio, inversamente, al contrario.
En una narración, las ideas tienen una relación cronológica. Aunque el orden en que presentemos los eventos puede establecer la relación temporal entre ellos, los “conectores lógicos” de tiempo la refuerzan:
“Primero me levanté. Luego me bañé. Entonces desayuné. DESPUÉS no hice más nada”.
Otras relaciones lógicas entre ideas, y algunos conectores que las expresan, son los siguientes: ampliación (y, e, también, además); finalidad (para, con el propósito de, con el fin de, a estos efectos); condición (si [X] entonces [Y]); orden discursivo (primero, en primer lugar, luego, a continuación, más adelante); locación o igual manera, inversamente); EJEMPLIFICACIÓN Y ESPECIFICACIÓN (por ejemplo, en otras palabras, como, es decir, o sea, en particular); RESUMEN Y CONCLUSIÓN (en resumen, en síntesis, para concluir, en suma, por último); ÉNFASIS (sobre todo, cabe destacar, cabe resaltar).
Estén pendientes esta semana de las maneras lógicas –e ilógicas– en que usamos en nuestro discurso los conectores lógicos.