El otro día contraté a una señora para que hiciera una limpieza profunda de mi casa. Empezó por la cocina. Cuando había vaciado todos los gabinetes, cajones y clósets, y se preparaba para comenzar en serio, a mi pobre señora le dio un... ¿soponcio? Para mí no fue un yeyo, ni un bioco, ni tampoco un patatú; fue un soponcio, o sea, un desfallecimiento, con sudores, mareos y esmonguillamiento general. ¡Hubo que llamar al 911 y la vinieron a buscar en ambulancia! (No se preocupen: esa noche ya estaba bien; parece que todo se debió a una osada mezcla de píldoras para la presión y relajantes musculares).
Mientras devolvía las cosas a los gabinetes polvorientos, iba procesando la experiencia, y pronto me di cuenta de que el campo léxico de las condiciones de salud en Puerto Rico merecía una columna. Claro, no pensaba en el vocabulario técnico de los médicos, sino en el que usamos los puertorriqueños coloquialmente, o sea, de forma espontánea e informal, para describir nuestros achaques y dolamas.
Un “campo léxico” es, en términos muy generales, un grupo de palabras que se refiere a un mismo ámbito de la realidad. Por ejemplo, traje, blusa, falda y “top” son unidades que pertenecen al campo léxico del ‘vestuario femenino’. Un aspecto importante del campo léxico es cómo las palabras del campo se “reparten” la significación total de esa parcela de la realidad, y cómo sus significados se delimitan unos a otros.
Como el campo léxico de las condiciones de salud es bastante amplio, conviene abordarlo por sub-campos. Los vocablos que ya vimos -soponcio, yeyo, bioco y papatú- pertenecen al sub-campo de ‘ataques o accesos repentinos’. Según las fuentes e informantes consultados, estos ataques pueden conllevar infarto, histeria o desmayo, en diferentes grados y combinaciones. Pero para precisar el significado de cada una, necesitaríamos un estudio de campo detallado (¿alguien se anima?). En el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), se registran soponcio y papatús (con -s final) como palabras generales y yeyo como de Venezuela, las tres con significado ‘desmayo’; bioco, por su parte, no aparece.
En el sub-campo del ‘desgano y falta de energía’ por enfermedad o tristeza, tenemos: estar amoteta(d)o, amocola(d)o, achanta(d)o, achonga(d)o y hasta apleguja(d)o. Ninguna está en el DRAE, aunque amotetarse se incluye con marca de Nicaragua y un significado relacionado al nuestro: ‘agruparse, amontonarse’.
Estar ‘flojo, débil o con poca fuerza’, por enfermedad (usualmente monga) o mucho trabajo, es: estar (d)esguañanga(d)o, esmonguillao, esmamoneao, esñemao, esleñao o (es)molío. En las dolamas corporales están tener el cuerpo corta’o (‘estar muy adolorido’) o tener (un) perro pega’o (‘tener dolor de espalda baja’). Resultar ‘estropeado o maltrecho’ es quedar (d)esguabina(d)o o bisorioco. De éstas, el DRAE registra solamente desguañangado (‘debilitado, flojo’) como exclusiva de Puerto Rico.
En el sub-campo de las ‘aflicciones respiratorias’, relacionadas al asma, enfisema o congestión severa, figuran el ajoguillo, el ronquillo y el pito. Para los golpes, tenemos guabucho, o chichón, y verdugón, que se acerca al moretón. Ninguna está en el DRAE.
Entre los ‘males de estómago’, encontramos empacharse o embucharse (‘indigestarse por exceso de comida’), que son palabras generales del español, y hervedera(s) (‘reflujo o acidez’), que parece ser nuestra. Estos problemas lo pueden dejar a uno colao o escolao, lo cual no voy a definir aquí.
Nuestros amigos doctores mencionaron también calentura para fiebre, mal de orín (orina u orines) para infección del tracto urinario y dolor de ijá para el de menstruación. Les sorprende, además, el uso frecuente de la frase “punto de” en los diagnósticos que se hace el propio paciente. Con esto se expresa “comienzos de” o “síntomas leves de”, por ejemplo: punto de pulmonía, punto de diabetes y hasta punto de infarto.
Como decíamos, la mayoría de las voces aquí recogidas son coloquiales o informales. Algunas son del español general, pero la mayor parte son puertorriqueñismos, aunque no todos las digamos. Varias pueden pertenecer a zonas rurales o regiones específicas de la Isla. Pero ciertamente muchas son coloridas y todas efectivamente expresivas. Y aquí lo dejamos, para que no le dé a nadie, en esta mañana de domingo, un punto de yeyo, bioco, soponcio o patatú.