Íbanos y veníanos

En Puerto Rico, al igual que en muchos países hispanohablantes, se produce en algunos grupos sociolingüísticos la alternancia entre “-mos” y “-nos” en ciertas formas verbales: íbamos / íbanos, estábamos / estábanos, pudiéramos / pudiéranos, teníamos / teníanos.  Entre las personas que sólo usan “-mos”, hay pocas palabras que estén tan estigmatizadas como el “íbanos” y el “veníanos”.

Una precisión interesante sobre este fenómeno tiene que ver con las formas verbales en que ocurre, pues no se da en todas.  La alternancia entre “-mos” y “-nos” aparece solamente en las formas verbales de acentuación esdrújula (= antepenúltima sílaba), de la primera persona plural (= nosotros), del tiempo pasado imperfecto del modo indicativo (“estábamos”/“estábanos”) y del subjuntivo (“estuviéramos”/“estuviéranos”), y del condicional simple del indicativo (“estaríamos”/”estaríanos”).

Algunos escritores ofrecen una explicación general: se crea, en el hablante, una confusión entre los pronombres “nosotros” y “nos” y la terminación verbal “-mos”.  El hablante, entonces, iguala la terminación verbal a los pronombres: “nosotros nos comíanos todo lo que nos daban”.

Sin embargo, esto no explica por qué el proceso no ocurre con otros tiempos verbales de la primera persona del plural: “comemos”, “comimos”, “comeremos” y “comamos”.  Lo que comparten estas formas, y lo que las diferencia de las anteriores, es que son llanas, es decir, tienen la fuerza de pronunciación en la penúltima sílaba.

Este hecho –que el fenómeno ocurra en palabras esdrújulas y no en llanas– ha llevado a algunos estudiosos a pensar que probablemente el cambio de “-mos” a “-nos” se deba a una analogía con los imperativos de la primera persona plural que están acompañados del pronombre enclítico “-nos”, por ejemplo: “escríbenos”, “háblenos”, “dígannos” y “dejémonos”.   Éstas son, al igual que los verbos que nos ocupan, palabras esdrújulas que terminan en “-nos”.  Sin embargo, aquí el “-nos” es un pronombre personal que solicita que lo que expresa el verbo sea dirigido a “nosotros”: “escríbe+nos a nosotros”. Naturalmente, el “-nos” de “comíanos” no tiene este valor.    

Al parecer, muchos de los hablantes que articulan este fenómeno no perciben que colocan la variante “-nos” en lugar de “-mos”, o sea, no escuchan la diferencia entre “íbanos” e “íbamos”. Tampoco perciben si sus interlocutores dicen “-mos” o “-nos”, a menos que se les haga conscientes de la diferencia.  De hecho, los que usan “-nos”, usualmente lo alternan con “-mos”, a diferencia de los que usan “-mos”, que usan esa forma exclusivamente. 

Para los entrevistados que alternan entre “-mos” y “-nos”, este fenómeno no identifica a la persona con una clase social u otra, a diferencia de otros fenómenos lingüísticos.  Esto contrasta con el grupo que usa “-mos”, que percibe enseguida el “íbanos” y el “estábanos” y lo interpreta como un indicador de nivel educativo bajo.

La extensión del fenómeno no está estudiada en Puerto Rico, pero sabemos que no está ligado a ninguna región particular y que está presente en las zonas rural y urbana. 

Las personas que alcanzan estudios universitarios usualmente cobran conciencia del alto costo en movilidad social que tiene el “-nos” y eligen cambiarlo.  Sin duda, para el habla “culta” puertorriqueña, es un uso no aceptado y carece de todo prestigio social.  Como decíamos al principio, el “íbanos” y “veníanos” es un fenómeno particularmente condenado por los grupos que no los usan.  Este rechazo puede deberse a que, al igual que con el “haiga”, este uso esté completamente ausente de la actuación lingüística del nivel educativo alto: no es una forma que se utilice en contextos informales; si no se usa, no se usa nunca.

Y, sin embargo, un amigo abogado me decía hace poco que como estaba oyendo tanto “íbanos” y “estábanos”, estaba considerando empezar a usarlo para sonar “cool” y al día.  Yo, con toda mi flexibilidad lingüística, espero que estuviera bromeando.  

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