Empezamos el año con una interesante encrucijada lingüística: ¿“cateo” o “cacheo”?
Como saben los que viven en Puerto Rico, y los que leen sus periódicos desde afuera, estas pasadas semanas se debatió intensamente la constitucionalidad —que la corte terminó negando— del “cateo patrio”... ¿o era el “cacheo patrio”?
Todo empezó cuando la legislatura municipal de San Juan aprobó una ordenanza municipal (Núm. 21) que autorizaba “el registro o revisión de personas para garantizar la seguridad y cumplimiento con las reglas establecidas para el disfrute de las Fiestas [de la calle San Sebastián]”, nuestro más grande festejo isleño. Y, sin embargo, en este documento no figuran los términos “cateo” o “cacheo”.
La frase “cateo patrio” parece provenir del cuño de la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz. Es ella la primera que tuitea bajo el “hashtag” o etiqueta #cateopatrio, un mensaje que lee: “Cuando usted va a un concierto y le buscan en el bulto eso es cateo. En las Fiestas – 100% CATEO!”.
De inmediato, la frase coge vida propia en la tuitósfera boricua y, poco después, en los medios de comunicación tradicionales. Sin embargo, en cuestión de días, el “cateo” comienza a alternar con “cacheo” en los periódicos, incluso en un mismo reportaje. En Twitter se genera la etiqueta #cacheopatrio. ¿Qué está pasando?
Veamos. En el Diccionario de la Lengua Española (DRAE), “catear” tiene un sentido general de ‘buscar, descubrir, espiar, acechar’ y uno restringido a América de ‘allanar la casa de alguien’. Por su parte, “cachear” se define como ‘registrar a alguien para saber si oculta objetos prohibidos, como armas, drogas, etc.’.
Según el diccionario, por lo tanto, “cachear” expresa con precisión la noción del registro superficial de personas. Las leyes y jurisprudencia de Puerto Rico parecen coincidir: una búsqueda informal en las bases de datos legales revela que cuando se habla de registros a individuos, la palabra “cacheo” se presenta como alternativa coloquial, entre paréntesis y entre comillas; la palabra “cateo” no aparece.
Pero “cateo” resulta más familiar que “cacheo” en la lengua general —y policial— de Puerto Rico, tanto por las “órdenes de cateo” (de allanamiento), que aplican al registro de un lugar, como por el “cateo” (registro) a personas sospechosas. Parece ser, pues, que el “cateo” que nos ocupa surge del tuit de la alcaldesa —como reflejo del uso más común en Puerto Rico —, y que luego los editores o abogados insertan el “cacheo” —visto como terminología más precisa— en el discurso sobre el tema.
Ya que estamos en este cateo/cacheo lingüístico, conozcamos un poco mejor cada palabra. El verbo “catear” viene de “catar”, que a su vez viene del latín “captare”, que significaba ‘tratar de coger’ y, luego, ‘tratar de percibir con los sentidos’. De ahí, los “catavinos” o catadores de vinos, que catan —o sea, degustan— los vinos. De ahí también los “catalejos”, aquellos antiguos lentes extensibles de un solo ojo, que permiten catar —en este caso, mirar— a lo lejos. Otros miembros de esta familia son “percatar(se)”, que significa ‘darse cuenta o tomar conciencia de algo’, y “recatar”, que es encubrir u ocultar aquello que no queremos que se cate, es decir, que se perciba. Finalmente, “acatar”, ‘aceptar con sumisión una orden o norma legal’, que es lo que la alcaldesa expresó que haría, aunque sin tanta sumisión: “La corte ha determinado que aquí hay cero cateo. No estamos de acuerdo con la determinación del Tribunal, pero la vamos a acatar”.
El verbo “cachear”, por su parte, es mucho más reciente. Corominas, en su Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana, dice que originalmente pudo haber sido jerga general con el sentido de ‘apoderarse de algo, robar’, y ubica su primer uso escrito en 1896, ya con el significado de ‘registrar a los sospechosos para quitarles las armas que lleven’. Como hemos visto, “cacheo” mantiene ese sentido al día de hoy, en el diccionario y en algunos de nuestros textos legales, aunque no tanto en nuestra lengua oral.
¿Prevaleció una palabra sobre la otra? Aunque hubo primeras planas que anunciaban “Peligra el cacheo”, también hubo camisetas que leían: “SanSe, catéate este”. El balance final es feliz: celebramos las Fiestas, sin cateos ni cacheos, pero con dos nuevas palabras a nuestro haber.