Las recientes noticias sobre el reverendo Rodolfo Font me hicieron pensar enseguida en mi colega y amiga, la lingüista Doris Borrero Montalvo. Ella dedicó su tesis de maestría presentada al Programa Graduado de Lingüística de la U. P. R. en mayo de 2005 a un análisis crítico del discurso del reverendo Font en la Iglesia Fuente de Agua Viva.
Cuando hablé con Doris, comencé preguntándole sus descubrimientos más sobresalientes. Al final, terminé leyendo la tesis completa, que me resultó fascinante. Compartiré con ustedes algunos de sus resultados.
El objetivo principal de la tesis era descubrir los mecanismos discursivos usados por el reverendo Font para influir en los pensamientos y acciones de los asistentes al culto. La investigación se realizó desde el análisis crítico del discurso, una teoría amplia y flexible que considera no sólo los hechos lingüísticos, sino los aspectos sociales y culturales que los complementan. Aquí nos limitaremos a ver algunos de los hechos lingüísticos que aportan a crear influencia en el discurso de Font.
Primero está el uso del pronombre “tú” para dirigirse a un público que puede alcanzar las 13,000 personas. Este mecanismo individualiza y personaliza el discurso, creando intimidad con el oyente; por ejemplo: “Lo primero que yo quiero que tú entiendas en esta mañana es que todos somos vendedores. Te guste o no te guste, tú eres un vendedor”; “Si tú no puedes venderte a ti mismo, ¿qué rayos tú vas a vender?” (Todos los ejemplos citados en la tesis y aquí provienen del sermón #19 del reverendo Font, del 18-enero-2004).
En segundo lugar, figura la variación de conjugaciones entre vosotros y ustedes: “Vended, hagan negocio y den; esa es la clave del Reino”; “No os afanéis hablando cosas negativas, no estéis en ansiosa inquietud; aprendan a usar la fe”. La autora propone que la conjugación de vosotros remite a la Biblia; al alternarla con la de ustedes, el orador entremezcla sus palabras con las de Dios, dándole autoridad religiosa a su propio discurso y creando confianza en el oyente.
Como tercer mecanismo está el uso de lenguaje popular o estilo informal. Esto resulta inesperado desde un púlpito religioso y comunica que el orador pertenece a la masa, o sea, que no es pretencioso y distante, sino llano y accesible. Por ejemplo: “Como cuando a Rambo le metían una pescozá …”; “Claro, en lo natural ustedes me ven embollao con el Super Food…”; “Ora tú por la gente; no vayas al hospital y veas a la persona y digas “¡Ea rayos! ¡Está tres a dos a favor del hoyo!”.
El estilo informal también incluye temas “tabú”, como lo son las partes pudendas. Esto expresa la espontaneidad y humor del orador y crea cercanía con el oyente: “Mire, el jueves yo me monté en el lifter y había tanto y tanto frío que se me congelaron las nalgas. La Biblia habla de nalgas así que yo no dije nada malo. La palabra nalgas aparece en la Biblia. Entonces yo dije que la línea del medio se me borró de tanto frío que yo tenía. Realmente yo me sentía que era como una sola nalga la que yo tenía. Yo bajé de allí con una sola nalga”.
También se refuerzan rasgos fonéticos del nivel popular o estilo informal, no típicos del sermón religioso tradicional. Hay elisiones fonéticas en las sílabas finales o iniciales: pérate por espérate, sentao por sentado, pa por para. Es marcado el uso de l por r en final de sílaba: caelse por caerse, cualto por cuarto, amol por amor. Y es particularmente notable la aspiración de s en final de sílaba: dólarej por dólares, diejmo por diesmo, ofrendaj por ofrendas.
Según la autora, estas estrategias lingüísticas junto con otras estrategias sociales y culturales están dirigidas, principalmente, a ganar la confianza de los feligreses para ser de influencia en ellos. Así, se genera el apoyo material para continuar construyendo, manteniendo y agrandando la Iglesia, que cuenta ya con 40 ministerios en cinco países, tres radioemisoras y una Torre de Oración de $40 millones. Es innegable que el discurso de Font ha sido efectivo.
¿Se dan cuenta del poder de la palabra?