La lexicografía moderna exige objetividad. El lexicógrafo debe evitar reflejar sus ideologías sociales, políticas o religiosas, o cualquier simpatía o antipatía particular, en las definiciones que redacta.
Digo lexicografía “moderna” porque no siempre fue así. Veamos la evolución de una definición en el DRAE. En 1734, se define “mahometano” como ‘lo perteneciente a Mahoma y su detestable secta’. La edición de 1803 la mejora a ‘el que profesa la secta de Mahoma, y lo que pertenece a él o a ella’, pero define “secta” como ‘el error, o falsa religión, o diversa, o separada de la verdadera y católica cristiana enseñada por algún maestro famoso; como la secta de Lutero, Calvino, Mahoma’. En el 2001, el DRAE es un modelo de neutralidad: ‘Que profesa la religión islámica. // Perteneciente o relativo a Mahoma o a la religión por él fundada’.
A veces hay cabildeo para impulsar estos cambios. Recientemente, grupos masónicos lograron enmendar la definición de “masonería” del DRAE, que consideraban prejuiciada: ‘asociación secreta de personas que profesan principios de fraternidad mutua, usan emblemas y signos especiales, y se agrupan en entidades llamadas logias’. Ahora lee: ‘asociación universalmente extendida, originariamente secreta, cuyos miembros forman una hermandad iniciática y jerarquizada, organizada en logias, de ideología racionalista y carácter filantrópico’.
Hace poco el DRAE modificó su definición de “manga”, de ‘género de cómic japonés de dibujos sencillos, en el que predominan los argumentos eróticos, violentos o fantásticos’ a simplemente ‘cómic de origen japonés’. Varios grupos del mundo del cómic celebraron el cambio, y propondrán algo más descriptivo para la edición de 2014.
Aunque alguna transmisión ideológica es inevitable, el lexicógrafo sabe que su interpretación del significado puede influir al lector. En ese sentido, actúa como mediador entre lengua y sociedad. No se tratar de alterar significados acomodaticiamente, pero sí de capturar sentidos lo más objetivamente posible, sin introducir cargas valorativas.
Por todo lo anterior, me sorprendió la definición de palabra “espanglish”, incorporada al DRAE hace unas semanas: ‘modalidad del habla de algunos grupos hispanos de los Estados Unidos, en la que se mezclan, deformándolos, elementos léxicos y gramaticales del español y del inglés’.
El problema radica en la referencia a la ‘deformación’ de las lenguas, una noción inaceptable desde la perspectiva lingüística, y especialmente desde los estudios de la “alternancia de códigos” y de su literatura, que tienen varias décadas ya. Me temo que la RAE no va a tener break hasta que corrija eso, you know?
(Publicado en El Nuevo Día el 29 de julio de 2012)