Palabras con sentidos dispares

Recientemente el académico venezolano Alexis Márquez escribió una columna titulada “Escatológico”, donde trató el tema de las palabras con sentidos dispares.  Tomo su escritura como punto de partida para presentarles este curioso fenómeno.

Se trata de palabras que tienen sentidos no solo distintos, sino casi opuestos.  Un primer ejemplo es “huésped”.  Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), “huésped” es tanto la ‘persona alojada en casa ajena’, como la ‘persona que hospeda en su casa a otra’.  Claro está, para evitar oraciones como “el huésped saludó a su huésped”, distinguimos al huésped hospedador llamándolo “anfitrión”.

Otro caso curioso lo constituyen “sanción” y “sancionar”.  El DRAE define “sanción” como ‘pena que una ley o un reglamento establece para sus infractores’, pero también como ‘autorización o aprobación que se da a cualquier acto, uso o costumbre’.  “Sancionar”, por su parte, significa ‘autorizar o aprobar cualquier acto, uso o costumbre’ o bien ‘aplicar una sanción o castigo’.  Imaginen que una maestra dice a sus estudiantes: “si no hacen la tarea, los voy a sancionar”.  Los niños corren al diccionario y… no saben si aplicarse o irse a comer jobos.  

Un tercer caso es la frase verbal “dar clases”.  Resulta que significa ‘impartir una lección,’, pero también ‘recibir una clase’.  Un ejemplo de uso del primer sentido es: “estoy dando clases de francés” y uno del segundo es: “estoy dando clases de francés”.  Uno no sabe si pagar la matrícula como estudiante o cobrar el cheque como profesor.

“Escatología” quedó para el final, porque tiene que ver con lo final.  Según el DRAE, significa: ‘conjunto de creencias y doctrinas referentes a la vida de ultratumba’.  El adjetivo “escatológico” se define como ‘perteneciente o relativo a las postrimerías de ultratumba’.  Pero –qué pasa– hay una segunda “escatología”, definida así: ‘Tratado de cosas excrementicias’. “Escatológico” también tiene una segunda entrada, con el significado ‘perteneciente o relativo a los excrementos y suciedades’. 

El caso de las escatologías es diferente de los anteriores.  Son dos palabras distintas, aunque homógrafas (se escriben igual); por eso el diccionario las registra en dos entradas separadas.  La primera “escatología” viene del griego “éskhatos”, que significa ‘último’.  La segunda “escatología” se deriva del griego “skor, skatós”, que quiere decir ‘excremento’.

Como apunta Márquez, el adjetivo “escatológico”, en su sentido excrementicio, se aplica a diversas cosas.  Se puede hablar de las “escenas escatológicas” de una película, de la “conducta o mentalidad escatológica” de una persona, y, en particular, del “lenguaje escatológico”, que es el caracterizado por vulgaridades, insolencias y obscenidades.  Por su lado, “escatológico” en su acepción relativa a la ultratumba, tiene un uso más restringido, por pertenecer a la lengua especializada esotérica o religiosa.  En ese sentido, “lenguaje escatológico” se referiría al lenguaje que trata temas del más allá: la muerte y sus misterios, la reencarnación, la transmigración de las almas, etc.

No se puede subestimar el peso de esta distinción.  Imaginen –si no– un anuncio convocando a la primera reunión del “Club Escatológico de Puerto Rico”…  La disparidad en el encuentro trascendería la semántica.

(Publicado en El Nuevo Día el 16 de septiembre de 2010)

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