Chin, chinchín, chilín y chililín

Hace poco me pasaron un artículo sobre la voz “pelín” en España. No provenía de ninguna publicación científica de lingüística, sino de la embarazosamente seductora revista española ¡Hola!, dedicada principalmente a cotilleos de farándula y realeza. El autor, Antonio Burgos, cuenta que un militar español daba instrucciones para maniobrar con un carro: “Un pelín más a la izquierda... No, tanto no; un pelín más a la derecha ahora... Otro pelín más”. Estaba allí presente -increíble coincidencia- un militar puertorriqueño, que cándidamente preguntó: “Mi capitán, nunca he oído esa medida. ¿A cuántos centímetros equivale el pelín?”. Después de reír, el capitán contestó: “Hombre, equivale según las circunstancias. El pelín puede medir dos centímetros, tres palmos, tres milímetros o una micra... Todo depende de otro elemento tecnológico español, imprescindible para el cálculo del pelín: el ojo del buen cubero”. El pelín puede medir distancias (“un pelín más acá”), temperaturas (“un pelín frío”), sabores (“un pelín salado”), en fin, casi cualquier asunto medible. Y esto me consta, porque en España escuché innumerables mediciones hechas con el “pelín”.

Ahora bien, en el español puertorriqueño, ¿cómo expresamos el concepto del “pelín”? Tenemos varias posibilidades, empezando por el “chin”. El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) documenta “chin” como palabra puertorriqueña y dominicana que significa ‘poca cantidad’. Efectivamente, los ejemplos encontrados en diversos corpus e Internet son mayormente de esos dos países. Aparece en una canción de Tego Calderón: “Yo no sé que te han dicho de mí / Pero yo no tengo ‘money’ pa’ ti / “No tengo Cadi, ni un chin de ‘bling bling’ / Pa’ ser un chulo fue que yo nací”. También en otra del dominicano Zacarías Ferreira: “Si tú me miras / Durmiendo en el suelo / Dame un chin de tu cama / Así no me muero”. Y además lo usa el colombiano Juanes: “Qué de malo hay en darles a todas un chin de amor / Si ellas me provocan, tengo que tomar acción”. (Aparte de todo, esperamos que estos tres jóvenes le canten algún día a una relación romántica saludable).

Nuestra próxima posibilidad es el “chinchín”. El Tesoro Lexicográfico de Puerto Rico, publicado recientemente, documenta la primera definición de “chinchín” en 1969: “Porción muy pequeña de una cosa”. Es de Luis Hernández Aquino, quien señala su posible origen taíno. Son sinónimos “chischí”, “chischín” y “chischís”, registrados en otras fuentes de autoridad. “Chinchín” no aparece en el DRAE, ni en los corpus consultados, pero a juzgar por el Internet, es palabra principalmente puertorriqueña y dominicana. Continúo los ejemplos musicales con el rapero boricua Vico C: “Con mi lírica se te apagó el blin blin / Pues tu líricas son bien fecas / Y tus críticas no colectan ni un chinchín / Mi satírica te diseca”.

Finalmente, tenemos “chilín” y “chililín”. Bajo “chilín”, el Tesoro recoge la definición de Edwin Figueroa de 1965: “Un centavo y, por extensión, una pizca o cantidad muy pequeña de algo”. “Chilín” y chililín” no figuran en el DRAE ni en los corpus, pero sí en Internet. Allí hay pocos ejemplos de “chilín” y “chililín”, pero todos son puertorriqueños; por ejemplo, esta receta para eliminar las hormigas: “Compre ácido bórico y mézclelo con azúcar y un chililín de agua (que formen una pastita). Use una tapita o platito, y póngalo cerca de las hormigas”.

Cuánto miden exactamente las unidades “chin”, “chinchín”, “chilín” y “chililín” dependerá de las circunstancias. Como dice Burgos sobre el pelín: “ni un Premio Nobel de Física podría haber descubierto medida más exacta, a pesar de su propia indefinición”. Pero dado que tenemos varias posibilidades, cabe preguntarnos si existe entre ellas una relación de gradación, es decir: ¿es un “chin” de azúcar más que un “chinchín”, que es más un “chililín”? Los diccionarios no lo reflejan, pero algunos hablantes así lo perciben. ¿Qué creen ustedes? Por otro lado, ¿pueden usarse las cuatro unidades para medir las mismas cosas? Parece que a veces sí, y otras no. (Y aquí lo dejo, porque ya rebasé mi límite de palabras, por más de un chin).

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