Todos sabemos lo que es la “polisemia”. Vamos, hagan memoria de sus clases de español… ¡Efectivamente! La polisemia es el fenómeno por el cual una palabra puede tener dos o más significados. Su etimología es transparente: “poli’” significa ‘mucho’ y “semia” se refiere al significado. Una palabra que tiene múltiples significados se llama “polisémica”.
¿Han notado una tendencia creciente en el discurso público –de políticos y administradores, especialmente– de usar la primera persona plural, “nosotros”, para referirse a sí mismos, en vez de la primera persona singular, “yo”?
Estoy hablando de frases como “Nosotros creemos…”, “Nosotros pensamos...”, en lugar de “Yo creo...”, “Yo pienso...”. Se trata del “plural mayestático” (del latín “pluralis maiestatis” = ‘plural de majestad’), que en inglés se conoce como el “royal we”.
A continuación se presentan diez de las palabras más emblemáticas de este año 2010:
a punto de mime. frase adverbial. Punto de maduración del plátano o guineo que ocurre justo antes de la pudrición. Es el momento de óptima dulzura, según un chef televisivo, ideal para ciertas confecciones, por ejemplo, los amarillos fritos.
Boriwood. nombre propio. Designación que expresa el anhelo de algunas personas de que Puerto Rico se convierta en una meca del cine mundial, del tipo Hollywood en Estados Unidos o Bollywood en India.
Estos días exigen que nos detengamos en la palabra “universidad”.
“Universidad” viene del latín “universitas”, que inicialmente significaba ‘totalidad’. Esta palabra se fue aplicando a ‘la totalidad de los miembros de un grupo o comunidad’. Entre esos grupos, estaban las sociedades de maestros y estudiantes, llamadas “universitas magistrorum et scholarium”. Con el tiempo, y por metonimia, la designación de la institución se redujo a “universitas”. Nuestra noción actual de “universidad” está basada, por lo tanto, en la idea de la totalidad de sus integrantes.
Dedico esta columna a una consulta enviada por una perspicaz lectora, que espero que interese a otros perspicaces lectores.
El asunto ha generado un debate lingüístico entre la lectora y su compañero. Él, asiduo escucha de la radio AM, denuncia el uso excesivo de la frase “en términos de” y cuestiona su origen. Ella, de sensible intuición lingüística, dice que es anglicismo. Él no está convencido. ¿Quién tiene la razón? Ella.